miércoles, 23 de junio de 2010

Te voy a contar

Despido la primavera sin promesas, despido el día más largo, se marcha con él la flor más grande del mundo. Arriba las nubes lloran gotas de nilo, como diciendo vuelve a nacer, tú, que de gotas de nilo bebiste.

No sorprenda que el hombre decidiera partir, como las flores, al morir la primavera, si el niño recibió el nombre de una flor cansada de crecer entre escombros y el hombre siguió su propio consejo, déjate llevar por el niño que fuiste. Cosa más improbable, el hijo heredó el nombre al padre, y así en la historia de los nombres se multiplicaron las flores.

Nació en azinhaga, ribatejo, el 16 de noviembre de 1922 y tuvo, desde pequeño, temor a los perros y fascinación por los caballos. La historia es larga, dijo, pero puede resumirse en pocas palabras, escribía y era mi mayor amigo. Lo conocí un día del año 2003 en la ciudad de méxico, por entonces él tenía ochenta años, yo tenía diecisiete, me contó la más grande aventura del mundo, la historia de amor más bonita. Tiempo antes yo le había escrito algunas líneas diciendo, palabras más, palabras menos, las cosas que ahora repito, siempre creí, y creo aún, haber perdido su respuesta por descuido.

Escribió que la invención no puede ser confrontada con la realidad, porque tiene más probabilidades de ser exacta. Era un entendido tratándose de imaginaciones. En un poema se decía a sí mismo, arrebatándome las palabras que habré de repetirme todos lo días:

Cai a chuva do céu, e não te molha,

Está a noite entre nós, e não te cega.
Não sorrias, José: à tua escolha
O que nos sobra de alma se me nega.

Cae la lluvia del cielo, y no te moja,
Está la noche entre nosotros, y no te ciega.
No sonrías, José: a tu elección
Lo que nos sobra de alma se me niega.

La voluntad de josé abandonó su cuerpo este día, que lo mismo da sumar o restar un par de horas a las cosas que terminan por llamarse años. Dejó en herencia cuadernos, manuales y evangelios, páginas de desasosiego que serán repasadas, releídas y anotadas incansablemente. Es la ausencia del hombre lo que me llena de un dolor sin nombre, es la falta del cuerpo lo que todo me arrebata, la casa en su pequeño lanzarote, las paredes de lisboa y los meandros del tajo que rodean la tierra viva que es el alentejo.

Cerremos esta puerta. Sus palabras marcaron el tiempo más bonito de mi vida. Todo empezó así, Te voy a contar.

jueves, 17 de junio de 2010

Días pequeños

Tengo una buena colección de días pequeños, de hechos cotidianos: el tramo de la Avenida de los Insurgentes que recorro a menudo, café, cigarros. Tengo libros para leer y libros para no leer. Tengo un día, como hoy, que es muchos otros días. Tengo, en fin, pequeñas conversaciones, pequeños mundos que intento —con escaso éxito— llevar a la página.

jueves, 10 de junio de 2010

Café y antología

Salí de casa a media tarde. Caminé hasta llegar al café Muguet. Una vez ahí leí las ochenta páginas pendientes de una antología de cuentos de Maupassant. Sobreviví al invierno normando con dos tazas de café negro. Diría Cabrera Infante, Maupassant, de mot passant, en passant.